viernes, 2 de diciembre de 2011

asesinos seriales

Jack el destripador
En el otoño de 1888 se sembró el terror en las calles del East End de Londres. Durante 10 semanas este barrio fue el escenario de una serie de crímenes, lo que años más tarde fue denominado el "otoño del terror", nombre con el que bautizó un autor de la época a estos días sangrientos, que conmovieron hasta a la reina Victoria, quien encomendó al Ministro del Interior en un documento, que era prioridad apresar al asesino de prostitutas.
Es así como los crímenes perpetrados por el siniestro personaje Jack The Ripper (nombre con el cual firmó las cartas que enviaba a Scotland Yard) se pierden en las transitadas calles de una marginal zona de Londres y llenan de espanto y conmoción a una sociedad victoriana que nunca supo, en definitiva, quien fue en realidad “El Destripador”.
Su primer crimen oficial, por así decirlo, el que reconocen todas las crónicas, tuvo lugar el 31 de agosto, aunque en su día se sospechó que por lo menos dos asesinatos anteriores menos publicitados habrían sido también obra suya.
Mucho se ha dicho sobre este famoso asesino, se han intentado reconstruir perfiles considerando a Jack un desequilibrado mental y obseso sexual, con fuertes motivaciones sádicas.
En realidad, el asesino de Whitech construye de sí mismo una historia prosaica puesto que nunca habrá certezas sobre sus genes, por qué empieza a matar y tal vez lo mas interesante: por qué deja de hacerlo.
Jack el destripador es el paradigma asesino serial, un fantasma que se pierde en noche y la bruma londinense, un hombre q nunca fue visto, que no pudo ser detenido y que su repentina desaparición no implica en absorto que haya muerto.
Por este motivo este caso en particular en los anales de la historia de Scotland Yard es un enigma, un misterio que terminó convirtiéndo casi en una leyenda.
Al destripador han llegado a atribuírsele 14 asesinatos algunos anteriores a 1888 y otro posteriores al mismo año. Es sólo en 5 crímenes donde no existen dudas que fueron cometidos por el mismo homicida.
Muchos criminólogos y especialistas en asesinos seriales no están de acuerdo acerca de la verdadera lista  de crímenes, generalmente se habla de 5 a 6 muertes. De las seis victimas que se consideran de autoría, existen dudas acerca de la primera, una prostituta de 35 años, Martha Tumer, que aparereció con la garganta cortada en una escalera del edificio George Yard de Whitechapel, el 6 e agosto de 1888.
Esta mujer, que fue ferozmente atacada, o mostraba las mutilaciones características de s asesinatos siguientes. Las desafortunadas que clasifican como victimas perteneciente a Jack Destripador fueron: Mary Ann Nicholls, Annie Chapman, Elizabeth Stríde, Catheríne Eddowes y finalmente Mary Kelly.
El lunes 6 de agosto, varias semanas antes del primer crimen oficial del Destripador, Marta Tabram, una prostituta de 39 años, había sido hallada muerta con 39 puñaladas; y algunos meses antes, Emma Smith, una prostituta 45 años, había sido agredida salvajemente en la cabeza y le habían introducido un objeto en la vagina. Seguramente estos dos crímenes no tenían nada que ver con nuestro asesino, más que nada porque la firma del Destripador era más ritualista que los simples golpes y puñaladas, pero aún así, el terror ya se había apoderado de las almas de los habitantes del distrito londinense.
El asesinato final de la lista de cinco fue el mas terrorífico. En dicha ocasión, por única vez, Destripador» estuvo solo con su víctima en cuarto, teniendo todo el tiempo para desarrollar su macabra tarea. Del informe ofrecido por la policía se des-ende que la prostituta fue mutilada en forma errante:
"La garganta había sido cortada de tajo con cuchillo, casi separando la cabeza del cuerpo, el abdomen fue parcialmente rasgado y ambos s separados a cuchillazos del cuerpo; el brazo derecho como la cabeza, colgaba del cuerpo solo por la piel. La nariz había sido desprendida, la frente despellejada, y los muslos descarnados hasta los pies."
"El abdomen había sido cortado de arriba hacia abajo, con un cuchillo y el hígado y las entrañas, arrancados. Las entrañas y otras partes del cuerpo habían desaparecido pero el hígado y los intestinos... según se dice estaban colocados entre los pies de la pobre víctima. El asesino había puesto encima de una mesa la carne de los muslos y de las piernas, junto con los pechos y la nariz, y una de las manos de la víctima había sido hincada en el estómago".
Mientras Jack asolaba los barrios de prostitutas sin dejar rastros, el pasatiempo favorito de los londinenses era descubrir quién se encontraba detrás del criminal, hasta que en el mes de septiembre de 1888 el asesino se da a conocer enviando una carta a la Agencia Central de Noticias de Londres, la cual llevaba la firma de Jack The Ripper.
La esquela decía: “Anduve oyendo que la policía ya sabe quién soy. Me he reído al verlos decir que están en la dirección correcta [...] Amo mi trabajo y ya quiero empezar de nuevo. Pronto volverá a escuchar de mis divertidos juegos. Suyo sinceramente, Jack, el destripador”.
Ese mismo mes, el destinatario de otra carta es Charles Lusk, jefe del comité que patrullaba el barrio de los crímenes, esta decía:
“Lusk puede buscar en todo el infierno pero no me encontrará aunque estoy frente a su nariz todo el tiempo. Su viejo amigo Jacky”.
Eso no fue todo: también le envió un paquete y una nota: “Desde el infierno. Mister Lusk, le envío la mitad de un riñón que tomé de una mujer. La otra la freí y la comí. Estaba muy bien.Agárreme si puede.
Durante octubre envía un postal manchada con sangre, que es publicada por el periódico Star, decía: “Van a escuchar del trabajo de Jacky mañana, un evento doble esta vez. Jack.
Finalmente, Jack salió de escena tan anonimamente como había entrado. Sobre la verdadera identidad de este homicida se barajaron finitas hipótesis.
Según una teoría, Jack The Ripper practicaba la magia negra y como parte de un ritual debía asesinar a siete mujeres de forma tal q sus siete cuerpos formaran una “Cruz del Cal no de siete puntas”, con la punta superior al oeste.
Aparentemente, después de matar a la tercera o cuarta, el asesino adquirió el poder hacerse invisible. Este hecho puede probarse y que en uno de los casos la policía escuchó los alaridos de una de las víctimas, pero al llegar había rastros del asesino a pesar que la calle tenía solo una vía de escape. Esta teoría no pudo sostenerse ya que las mujeres únicamente fueron cinco. Pudo ser un médico quien cometió los crimenes, enfurecido con las prostitutas que habrían contagiado a su hijo con una enfermedad venérea que luego le causó la muerte.
El domingo 30 de septiembre, se descubría otro cadáver en la calle Berner sobre la una de la mañana. Tras pedir ayuda a la policía, vieron que se trataba de una mujer, cuyas faldas habían sido levantadas por encima de sus rodillas. Un forense llegó a la escena del crimen con su ayudante un cuarto de hora más tarde. Entre los dos detallaron sus conclusiones de la exploración:
"La difunta yace sobre su lado izquierdo, su cara mira hacia la pared derecha. Sus piernas han sido separadas, y algunos miembros están todavía calientes. La mano derecha está abierta sobre el pecho y cubierta de sangre, y la izquierda está parcialmente cerrada sobre el suelo. El aspecto de la cara era bastante apacible, la boca ligeramente abierta. En el cuello hay una larga incisión que comienza sobre el lado izquierdo, 2 y media pulgadas por debajo del ángulo de la mandíbula casi en línea recta, seccionando la tráquea completamente en dos, y terminándose sobre el lado contrario... "
El asesino no se había ensañado tanto esta vez como en las anteriores. Posiblemente había sido interrumpido mientras la degollaba y hubiese huido antes de completar su ritual.
La joven prostituta fue identificada como Elizabeth Stride, de origen sueco, que había venido a Inglaterra para ganarse la vida tras el fallecimiento de su marido y sus dos hijos en un accidente marítimo.
Esta vez, varios testigos declararon haberla visto momentos antes de su muerte acompañada por un hombre de unos treinta años con pelo y bigote negros, vestido con un abrigo negro y un sombrero alto, que portaba un bulto, como un maletín.
Mientras la policía se enfrentaba al hallazgo de este nuevo cadáver, a pocas calles allí un guarda nocturno descubría el cuerpo de otra víctima degollada. Su abdomen había sido abierto y los intestinos se encontraban en el suelo, además tenía varias heridas por todo el cuerpo. Los miembros estaban todavía calientes, la data de la muerte no debía ser de más de media hora desde el descubrimiento del cadáver.
No había otros indicios más que un escrito con tiza blanca sobre una pared que decía: "No hay porque culpar a los judíos", supuestamente obra del asesino. Antes de que la inscripción pudiese ser fotografiada, el Comisario de la Policía londinense Charles Warren ordenó que fuese borrada, según él porque se trataba de una falsa pista del criminal tratando de culpabilizar a la comunidad judía, y si algún londinense lo leía, podía provocar una revuelta contra ellos.
La víctima era Kate Eddowes, quien como las demás, tenía por oficio el de la prostitución y como afición, la bebida. Sus padres habían muerto cuando ella era joven y a los 16 años se fue a vivir con un hombre, con quién tendría tres hijos. Los malos tratos por parte de éste obligaron a que se fuera de casa, y su adicción al alcohol la obligó a alquilar su cuerpo en las calles.
Como en las muertes de Polly Nichols y Annie Chapman, la garganta de Kate había sido degollada de izquierda a derecha, le habían seccionado el vientre y extraído algunos órganos, entre ellos uno de los riñones.
Después de esto, las cosas parecieron volver a la normalidad en Whitechapel. No hubo ningún otro asesinato durante un mes y las prostitutas regresaron a las calles más tranquilas. Desgraciadamente, la paz duró poco, pues el 9 de noviembre, otra mujer apareció salvajemente asesinada.
Se trataba de Mary Kelly, una atractiva joven de 21 años que se dedicaba a la prostitución para poder mantenerse a ella misma y a su pareja, que se encontraba sin trabajo.
Esa mañana, el locatario subió a la habitación de Mary para cobrar el alquiler mensual, pero nadie contestó a su llamada. Decidió abrir la puerta él mismo, horrorizándose por lo que descubrió...
Sin duda era el crimen más violento de Jack el Destripador. El cadáver estaba tumbado sobre la cama con múltiples heridas de arma blanca, completamente mutilado y con la arteria carótida seccionada. La ferocidad de este asesinato asombró a los cirujanos veteranos de policía. El médico forense necesitó varias páginas para redactar el informe de las lesiones y órganos extraídos.
Este asesinato creó el pánico absoluto en el barrio, haciendo estallar episodios esporádicos de violencia en la muchedumbre. La actividad policial era frenética, cada rincón fue registrado, cada sospechoso detenido e interrogado a fondo, pero no por eso la policía dejaba de ser duramente criticada. Nunca más se volvió a saber del asesino. No hubo más cartas ni más crímenes, parecía que Jack el Destripador hubiese abandonado la escena del crimen para siempre, y finalmente el caso fue cerrado en 1892, el mismo año en que el Inspector encargado del caso se retiró.
Lo cierto es que nadie puede saber si ésta es la verdadera historia o si es otro de los relatos que inspira este terrible personaje. Lo único que hoy en día tenemos claro es que no se trataba de un delincuente cualquiera. Sus hechos demuestran que era una persona con gran inteligencia y tal vez una educación superior a la población de Withechapel, incluso puede que fuese alguien de clase alta. Tal vez tuviese un trastorno de la sexualidad o un trastorno mental que le provocase esa compulsividad y obsesión a la hora de cometer los crímenes. Su afán de reconocimiento y el hecho que resaltase con las cartas enviadas a la prensa su inteligencia, demuestra que también era una persona insegura y llena de complejos. Pero mientras Scotland Yard mantenga sus archivos en el más absoluto secreto, otros autores seguirán suscitando sospechosos que mantengan la leyenda del Destripador viva.






La condesa sangrienta
Nació en 1560 en Hungría. Su familia célebre y distinguida pertenecía a la aristocracia, su primo era Primer Ministro, y su tío Rey de Polonia, entre varios otros príncipes de Transilvania.
Más conocida como "La Condesa Sangrienta", debido a los macabros y sádicos crímenes que cometió, Erzsebet Bathory fue una aristócrata húngara perteneciente a una de las más ilustres familias de Europa. De hecho, de esta misma familia también fueron Esteban y Sigmund Bathory que ocuparon los tronos de Polonia y Transilvania, respectivamente, además de varios dignatarios de la Iglesia y ministros de Hungría.
Retrato de Erzsebet Bathory
Los Báthory descendían de un poderoso clan de los hunos y comenzaron a ganar relevancia a partir de mediados del siglo XIII. Abandonando sus costumbres tribales, la familia adoptó el nombre de sus estados como apellido (Bátor significa, de hecho, «valiente»). Su poder e influencia iría
 desvaneciéndose paulatinamente, hasta desaparecer completamente hacia la segunda mitad del siglo XVII.
Como en otras tantas familias de la nobleza europea de la época, los Báthory contrajeron ;matrimonio entre ellos en numerosas ocasiones, y esta conducta endogámica trajo consecuencias fatales como la aparición de diversos grados de enfermedades mentales y psicosis de diferente índole, de entre las que sin duda se destaca la de Erszebet Báthory.
A muchos de los familiares de la condesa les gustaban el esoterismo y la magia negra, e muy so la alquimia, y la propia condesa desde niña recibió influencias de su nodriza, quien le enseñaba prácticas de brujería y otras habilidades relacionadas con estas artes prohibidas.
Dueña de una excepcional belleza, cuando Erzsebet tenía 15 años, el conde Ferencz Nádasy, conocido como El Héroe Negro por sus cuantiosas victorias en los habituales campos de batalla de la Europa del este de ese tiempo, se convierte en su esposo y el matrimonio se muda al recóndito Csejthe, a uno de los 17 castillos que poseían en los Cárpatos.
Obviamente, el lugar estaba alejado de cualquier centro urbano de importancia, reduciendo de manera drástica el abanico de diversiones al que podía acceder una joven aristócrata de la época.
La “Doncella de Hierro”, un sofisticado aparato de tortura de la condesa Báthory.
Esta joven era, como dijimos, una mujer muy hermosa pero aburrida, debido a las largas ausencias de su esposo que participaba en cuanta batalla se produjera en los alrededores, que era sin duda una de las zonas de mayor conflicto del momento ya que en esas tierras se encontraban los limites entre los reinos cristianos y el
Así, la condesa utilizaba su tiempo ocioso dedicándose cada vez con más entusiasmo al esoterismo, y se rodeó de brujos, hechiceros y alquimistas, amén de todo tipo de charlatanes y
Paralelamente comienza a manifetar su perversidad; ella sostenía que sus do res de cabeza desaparecían al morder las doncellas, por lo tanto, cada vez que sufría una de esas jaquecas las pobres muchachas eran mordisqueadas por la condesa.
También ocupaba su tiempo libre con pasatiempos igualmente deleznables, que consistían en pinchar a sus jóvenes costureras con agujas y mirar como fluía la sangre; además le gustaba untar el cuerpo d alguna sirvienta con miel y observar cómo las hormigas la torturaban.
La condesa tuvo tiempo para criar y educar a cuatro hijos, pero los sucesivos embarazos la hacían verse vieja y fea, condición que ella rechazaba en forma enfermiza, deseaba no perder nunca la belleza y la juventud que la caracterizaban.
Estas preocupaciones se las manifestó a su nodriza que aún la acompañaba esta le dijo que los poderes de la sangre los sacrificios humanos daban muy bueno resultados, aconsejándole que se bañara co sangre de doncella para conservar eterna, mente la juventud.
Esta solución mágica pronto se puso de manifiesto. Cierto día en que una de sus doncellas la acicalaba le tiró el pelo y la condesa la abofeteó con tanta fuerza que hizo sangrar su rostro la sangre salpicó la mano de Erzsebet y ella, al observarse, creyó que la piel interesada estaba más blanca y tersa que el resto de su cuerpo, confirmando los dichos de su nodriza.
La Virgen de Hierro, una muñeca de tamaño natural que Erzsebet utilizaba en sus ritos de sangre.
Convencida de que la única forma para anular el envejecimiento era bañarse o beber sangre de doncellas jóvenes, desparramó toda la maldad de la que ella era capaz en pos de obtenerla y disfrutarla.
Manipulada por su dueña, la Virgen de Hierro era un objeto de tortura. Era de metal, con cabellera rubia, joyas, maquillaje y siempre se presentaba desnuda.
Con falsa y perversa amabilidad, la autómata recibía y luego abrazaba a las jóvenes víctimas de la condesa. Cuando las tenía entre sus brazos, sus falsos senos se abrían y apuñalaban a la presa. Estando las víctimas malheridas, eran degolladas y su sangre era bebida por Erzsebet. Y, si la cantidad era suficiente, hacía llenar una gran bañera con la sangre de las doncellas y se sumergía en ella, buscando desesperadamente la fuente de la juventud.
Teniendo certeza de que la sangre rejuvenecía los tejidos, inmediatamente mando a que cortaran las venas de la desafortunada sirvienta se vertieran la sangre en la bañera para que pudiera sumergirse en ella. Luego de este momento los baños de sangre serian su obsesión, así como los placeres lésbicos ya que su esposo fallece en 1604 dejandola libre y haciéndola dueña de todos sus bienes.
Sus sádicos gustos eran consentidos por el enano bufón, Ficzk, y un grupo de brujas que la acompañaban para reclutar jóvenes guapas y de buena salud que eran llevadas al castillo y, una vez allí, eran sometidas a todo tipo de suplicios y tormentos: eran azotadas hasta que morían, quemadas en los pechos, los pies y los genitales con hierros candentes, etc.
El carruaje negro con el emblema de la Condesa Báthory recorría los Cárpatos en busca de nuevas víctimas, que eran engañadas con la promesa de trabajo en el castillo y, si se resistían, eran drogadas y llevadas a la fuerza.
En los aposentos de la condesa cortaban las venas y las arterias de las desafortunadas, que tenían las bocas cosidas para que no molestaran con sus gritos.
La sangre llenaba lentamente la bañera para que ella tomara sus baños rejuvenecedores. A veces hacía derramar la sangre directamente sobre su cuerpo y, para evitar el roce de las toallas sobre su piel, ordenaba a sus sirvientas que la lamieran suavemente, En muchas ocasiones, las jóvenes raptadas debían esperar su turno en las cárceles de la fortaleza, donde vivían en condiciones infrahumanas pasando frío y hambre o comiendo la carne chamuscada de sus compañeras.
Las jóvenes que parecían más saludables eran encerradas en el sótano, y su sangre era drenada periódicamente para que Erzsebet la bebiera.
Le gustaba jugar con las desdichadas. si era invierno, las empapaba con agua y dejaba que murieran afuera, aprisionadas por el hielo, pero el más famoso entretenimiento fue «ha Doncella de hierro>, una estatua huera provista en su interior con afilados cuchillos que permitían desangrar lentamente a las muchachas.
Durante once años la condesa disfrutó de esta vida, sepultando los cuerpos en las afueras del castillo y guardando los huesos para que sus hechiceros los utilizaran es sus experimentos alquímicos.
Tan largo tiempo de desapariciones sin explicación hicieron caer todas las sospechas sobre su castillo. Los campesinos estaban aterrados y no dejaban salir a sus hijas, otros eran involuntarios testigos de los desgarradores gritos que provenían de las torres del macabro lugar.
Pero ella era una mujer de la nobleza y por lo tanto intocable, sólo a partir de que unos lobos desenterraron los cuerpos de cuatro jóvenes, en las cercanías del castillo, la justicia comenzó a actuar. El rey Matías en persona se ocupó del caso y visitó imprevistamente, junto con su corte, el castillo de Csejthe, en 1610.
Al entrar encontraron el cuerpo pálido y desangrado de una mujer; otra, aún con vida; y una más muerta debido a las torturas, azotes y pinchaduras. En las habitaciones había gran cantidad de elementos de tortura y una libreta en la cual la condesa había anotado prolijamente el nombre de 610 víctimas.
En los calabozos, algunas de las jóvenes aún permanecían con vida pero totalmente débiles, debido al permanente sangrado de que eran objeto; en otra ala del castillo la condesa y su séquito de brujos fueron sorprendidos realizando un sangriento ritual. Inmediatamente fueron detenidos y llevados a juicio.
Frente a las evidencias no pudieron defenderse, sus cómplices fueron quemados y su bufón decapitado. El Tribunal Supremo, considerando la alcurnia de la condesa, le perdonó la vida pero fue emparedada en una habitación del castillo con sólo una ranura por donde pasaba el alimento y el agua. Finalmente y después d soportar, asombrosamente, cuatro años esta sepultura en vida, Erzsebet Báthory muere a la edad de 54 años.
La crónica oficial de su muerte deci “Erzsebet Bcithory, esposa del influyente sen Ferencz Nádasdy, magistrado del rey y gran maestre de los caballos, viuda e infame y homicida, ha muerto en prisión en Csejthe. Muerta repentinamente sin luz y de 1614”.










Dr. Holmes
Nació en 1860 en Gilmanton. Su familia honrada y puritana, a temprana edad Li se manifestó en él un interés enfermizo por las mujeres, que lo transformó en un obseso sexual y un sádico.
A la edad de dieciocho años se casó con una joven adinerada, Clara Louering. Se aprovechó de la fortuna de su esposa para terminar sus estudios de medicina y recibirse con honores en la Universidad de Michigan.
Una vez cumplido su objetivo y con su esposa en la ruina, huye y se instala en la casa de huéspedes de una respetable y guapa viuda que lo mantiene gracias a la renta de sus pequeño hotel, pero no conforme con sus atenciones, luego de un tiempo también la abandona y se instala durante un año en el estado de Nueva York para ejercer su profesión de médico.
Finalmente se radica en Chicago, donde gracias a su imagen de hombre distinguido, alto y elegante, consigue incontables conquistas amorosas.
En sus redes cae una joven bonita y millonaria llamada Myrta Belknap, pero esta joven no correspondía a sus galanteos, por lo tanto decide cambiar su nombre por el de Dr. Holmes, gracias a lo cual consigue desposar a la joven y de este modo estafar a su familia en cinco mil dólares, con los cuales construye una fastuosa casa en Wilmette.
El Dr. Holmes, cuyo verdadero nombre era Herman Webster Mudgett, nació en 1860 en Gilmanton, en una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. Muy pronto manifestó hacia las mujeres -y sobre todo hacia las mujeres de fortuna- el interés poco corriente que iba a hacer de él un auténtico donjuán del crimen.
Mientras tanto y fiel a su impulso amoroso y ávido de riquezas, consigue la gerencia de una farmacia en Englewood, cuya propietaria era una viuda crédula a quien Holmes convirtió en su amante para lograr que ella depositara toda su confianza en él.
Mediante este ardid tuvo en sus manos toda la contabilidad del lugar, lo que le permitió la falsificación de los libros contables y la apropiación de los fondos; cuando su plan estuvo concluido y él se adueñó de la totalidad de los bienes, hizo “desaparecer” a la infortunada enamorada.
Corría el año 1893, estaba en ciernes la Exposición de Chicago (La Feria Mundial), y el Dr. Holmes pensó que esa seria la  oportunidad de su vida ya que dicho evento atraería al lugar J una gran cantidad de mujeres  jóvenes, bellas, millonarias y solteras.
A través de una serie de estafas compró un terreno e inició la construcción de un gran hotel que semejaba una fortaleza medieval, él personalmente diseñó el interior del lugar pero las empresas encargadas de los trabajos nunca cobraban, por lo cual abandonaban la obra. De esta manera, Holmes era el único que conocía todos los escondrijos y recovecos de su faraónica arquitectura.
La exposición de 1893 se estaba preparando y debía atraer a Chicago una muchedumbre considerable, entre la cual habría, por supuesto, multitud de mujeres guapas, ricas y solas. Ingeniosamente, Holmes decidió por lo tanto aprovechar aquella situación. Gracias a una serie de hábiles estafas adquirió un terreno y emprendió la construcción de un enorme hotel con aspecto de fortaleza medieval, cuya disposición interior concibió él mismo.
Las habitaciones contaban con trampas y puertas corredizas que desembocaban en un laberinto de pasillos secretos, en las paredes de estos pasillos había mirillas disimuladas por donde el doctor observaba a las desprevenidas huéspedes deambular.
Debajo de lo pisos de madera instaló una conexión eléctrica que le permitía, mediante un panel indicador instalado en su oficina, rastrear a sus futuras víctimas. Manejaba, además, los grifos de gas que, conectados a las habitaciones le permitían matar a varias mujeres sin moverse de su lugar.
Este aberrante ingenio estuvo finalizado año antes de que se inaugurará la exposición, e V’ de mayo de 1893 y el Dr. Holmes puso en funcionamiento su casa de la muerte llevando a ella y a todas las jóvenes solas y ricas que conocía en la Feria, trataba que fueran de estados alejados a Chicago, para evitar la visita de amigos y familiares.
Muchas eran llevadas al lugar con la promesa de matrimonio y luego eran forzadas por tortura a firmar poderes en su favor, cediéndole toda la fortuna. Otras eran asesinadas para cobrar los seguros.
En el truculento hotel, las víctimas eanr violadas, torturadas y asesinadas, luego los cuerpos eran transportados por montacargas hasta, los sótanos donde eran disueltos en grandes piletas con ácido sulfúrico, o convertidos en polvo en una gran estufa, o sumergidos en cal viva.
Todo estaba preparado para satisfacer sus instintos sádicos: había construido una habitación donde se encontró gran cantidad de herramientas de tortura, entre ellas una máquina par, hacer cosquillas en los pies con la cual mataba de risa a sus victimas.
Antes de deshacerse de los cuerpos, en muchas oportunidades los desmembraba despellejaba para luego experimentar con ellos.
Las ganancias de su hotel mermaron considerablemente con la finalización de la exposición, por lo cual tuvo que buscar una salida a su empobrecida economía.
Decide entonces incendiar el último piso para que la compañía de seguros le pagara la prima de sesenta mil dólares, pero no tuvo en cuenta que la aseguradora investigaría antes de pagar y el fraude fue descubierto, por lo cual se escapa y se refugia en Texas.
En esta ciudad comete varias estafas que lo llevan a la cárcel por primera vez, sale bajo fianza y trama una nueva defraudación.
Junto con un cómplice de nombre Pitizel ideó un plan. Su compañero debía contratar un seguro de vida en Filadelfia y, después de un tiempo, la señora Pitizel se presentaría en ;la aseguradora, con un cadáver anónimo que estaría desfigurado, para reclamar la prima contratada.
Pero el Dr. Holmes va más allá y mata a Pitizel para no tener que compartir la prima. También tenía pensado deshacerse de la mujer y de los hijos de su cómplice.
Una vez cometido el primer asesinato se presenta como amigo del difunto en la morgue, para reconocer el cuerpo, y busca a la viuda para que cobre el dinero, pero no tuvo en cuenta que un ex compañero de celda lo delataría, sembrando dudas en la compañía aseguradora.
La policía comenzó una minuciosa y paciente investigación hasta que el Dr. Holmes confiesa el asesinato de Pitizel y sus hijos.
El detective que develó el caso fue Frank P. Geyer, de la agencia Pinkerton, quien luego escribió sobre el caso en el libro The Holmes-Pitizel Case, a History of the Greatest Crime of the Century.
Frente al tribunal, Holmes sorprendió a todos por su habilidad para mentir, cuando asesinó a los hijos de Pitízel escribió a la madre de estos: “Usted me conoce, ¿me cree capaz de asesinar a niños inocentes, sin ningún motivo?”
Se divertía adjudicándose asesinatos de personas que aún estaban con vida. No existe una cifra cierta de sus víctimas, él confesó 27 asesinatos pero segun las pruebas recogidas en su Hotel, las victimas serían más de 200. Holmes fue condenado a muerte por el Tribunal de Filadelfia, y ahorcado el 7 de mayo de 1896, a la edad de 35 años.








El asesino de mujeres   Landru


Nació en 1860 en Gilmanton. Su familia honrada y puritana, a temprana edad Li se manifestó en él un interés enfermizo por las mujeres, que lo transformó en un obseso sexual y un sádico.
A la edad de dieciocho años se casó con una joven adinerada, Clara Louering. Se aprovechó de la fortuna de su esposa para terminar sus estudios de medicina y recibirse con honores en la Universidad de Michigan.
Una vez cumplido su objetivo y con su esposa en la ruina, huye y se instala en la casa de huéspedes de una respetable y guapa viuda que lo mantiene gracias a la renta de sus pequeño hotel, pero no conforme con sus atenciones, luego de un tiempo también la abandona y se instala durante un año en el estado de Nueva York para ejercer su profesión de médico.
Finalmente se radica en Chicago, donde gracias a su imagen de hombre distinguido, alto y elegante, consigue incontables conquistas amorosas.
En sus redes cae una joven bonita y millonaria llamada Myrta Belknap, pero esta joven no correspondía a sus galanteos, por lo tanto decide cambiar su nombre por el de Dr. Holmes, gracias a lo cual consigue desposar a la joven y de este modo estafar a su familia en cinco mil dólares, con los cuales construye una fastuosa casa en Wilmette.
El Dr. Holmes, cuyo verdadero nombre era Herman Webster Mudgett, nació en 1860 en Gilmanton, en una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. Muy pronto manifestó hacia las mujeres -y sobre todo hacia las mujeres de fortuna- el interés poco corriente que iba a hacer de él un auténtico donjuán del crimen.
Mientras tanto y fiel a su impulso amoroso y ávido de riquezas, consigue la gerencia de una farmacia en Englewood, cuya propietaria era una viuda crédula a quien Holmes convirtió en su amante para lograr que ella depositara toda su confianza en él.
Mediante este ardid tuvo en sus manos toda la contabilidad del lugar, lo que le permitió la falsificación de los libros contables y la apropiación de los fondos; cuando su plan estuvo concluido y él se adueñó de la totalidad de los bienes, hizo “desaparecer” a la infortunada enamorada.
Corría el año 1893, estaba en ciernes la Exposición de Chicago (La Feria Mundial), y el Dr. Holmes pensó que esa sería la  oportunidad de su vida ya que dicho evento atraería al lugar J una gran cantidad de mujeres  jóvenes, bellas, millonarias y solteras.
A través de una serie de estafas compró un terreno e inició la construcción de un gran hotel que semejaba una fortaleza medieval, él personalmente diseñó el interior del lugar pero las empresas encargadas de los trabajos nunca cobraban, por lo cual abandonaban la obra. De esta manera, Holmes era el único que conocía todos los escondrijos y recovecos de su faraónica arquitectura.
La exposición de 1893 se estaba preparando y debía atraer a Chicago una muchedumbre considerable, entre la cual habría, por supuesto, multitud de mujeres guapas, ricas y solas. Ingeniosamente, Holmes decidió por lo tanto aprovechar aquella situación. Gracias a una serie de hábiles estafas adquirió un terreno y emprendió la construcción de un enorme hotel con aspecto de fortaleza medieval, cuya disposición interior concibió él mismo.
Las habitaciones contaban con trampas y puertas corredizas que desembocaban en un laberinto de pasillos secretos, en las paredes de estos pasillos había mirillas disimuladas por donde el doctor observaba a las desprevenidas huéspedes deambular.
Debajo de los pisos de madera instaló una conexión eléctrica que le permitía, mediante un panel indicador instalado en su oficina, rastrear a sus futuras víctimas. Manejaba, además, los grifos de gas que, conectados a las habitaciones le permitían matar a varias mujeres sin moverse de su lugar.
Este aberrante ingenio estuvo finalizado año antes de que se inaugurará la exposición, el 5 de mayo de 1893 y el Dr. Holmes puso en funcionamiento su casa de la muerte llevando a ella y a todas las jóvenes solas y ricas que conocía en la Feria, trataba que fueran de estados alejados a Chicago, para evitar la visita de amigos y familiares.
Muchas eran llevadas al lugar con la promesa de matrimonio y luego eran forzadas por tortura a firmar poderes en su favor, cediéndole toda la fortuna. Otras eran asesinadas para cobrar los seguros.
En el truculento hotel, las víctimas eanr violadas, torturadas y asesinadas, luego los cuerpos eran transportados por montacargas hasta, los sótanos donde eran disueltos en grandes piletas con ácido sulfúrico, o convertidos en polvo en una gran estufa, o sumergidos en cal viva.
Todo estaba preparado para satisfacer sus instintos sádicos: había construido una habitación donde se encontró gran cantidad de herramientas de tortura, entre ellas una máquina par, hacer cosquillas en los pies con la cual mataba de risa a sus victimas.
Antes de deshacerse de los cuerpos, en muchas oportunidades los desmembraba despellejaba para luego experimentar con ellos.
Las ganancias de su hotel mermaron considerablemente con la finalización de la exposición, por lo cual tuvo que buscar una salida a su empobrecida economía.
Decide entonces incendiar el último piso para que la compañía de seguros le pagara la prima de sesenta mil dólares, pero no tuvo en cuenta que la aseguradora investigaría antes de pagar y el fraude fue descubierto, por lo cual se escapa y se refugia en Texas.
En esta ciudad comete varias estafas que lo llevan a la cárcel por primera vez, sale bajo fianza y trama una nueva defraudación.
Junto con un cómplice de nombre Pitizel ideó un plan. Su compañero debía contratar un seguro de vida en Filadelfia y, después de un tiempo, la señora Pitizel se presentaría en ;la aseguradora, con un cadáver anónimo que estaría desfigurado, para reclamar la prima contratada.
Pero el Dr. Holmes va más allá y mata a Pitizel para no tener que compartir la prima. También tenía pensado deshacerse de la mujer y de los hijos de su cómplice.
Una vez cometido el primer asesinato se presenta como amigo del difunto en la morgue, para reconocer el cuerpo, y busca a la viuda para que cobre el dinero, pero no tuvo en cuenta que un ex compañero de celda lo delataría, sembrando dudas en la compañía aseguradora.
La policía comenzó una minuciosa y paciente investigación hasta que el Dr. Holmes confiesa el asesinato de Pitizel y sus hijos.
El detective que develó el caso fue Frank P. Geyer, de la agencia Pinkerton, quien luego escribió sobre el caso en el libro The Holmes-Pitizel Case, a History of the Greatest Crime of the Century.
Frente al tribunal, Holmes sorprendió a todos por su habilidad para mentir, cuando asesinó a los hijos de Pitízel escribió a la madre de estos: “Usted me conoce, ¿me cree capaz de asesinar a niños inocentes, sin ningún motivo?”
Se divertía adjudicándose asesinatos de personas que aún estaban con vida. No existe una cifra cierta de sus víctimas, él confesó 27 asesinatos pero segun las pruebas recogidas en su Hotel, las victimas serian más de 200. Holmes fue condenado a muerte por el Tribunal de Filadelfia, y ahorcado el 7 de mayo de 1896, a la edad de 35 años.

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